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Chapter 13 - Capítulo 13: Plan de rescate.

Preparamos provisiones y armas en el auto de Rick, ya que era el que menos suministros tenía dentro. Morgan dejaría su camioneta a Duane, asegurándose de que su hijo tuviera una ruta de escape si algo salía mal.

Mientras organizaba las mochilas, mi mirada se posó en la llave del Atlas. No sabía si llevarla conmigo o dejarla en algún sitio seguro. No podía permitir que Shane se aprovechara de mi ausencia para tomar lo que era mío.

Sentí una presencia acercándose antes de escuchar su voz.

—Voy con ustedes —declaró Amy, deteniéndose a mi lado.

No respondí de inmediato. En lugar de acudir a Rick, que técnicamente lideraba esta misión, me buscó a mí. ¿Por qué?

Me negaba a asumir responsabilidades sobre los demás, no era un líder ni quería serlo. Pero si decidía actuar, lo haría a mi manera.

Levanté la mirada y la examiné con atención. Su postura era firme, pero su respiración traicionaba la tensión en su cuerpo. No era valentía impulsiva ni simple terquedad. Tampoco era un deseo de demostrar algo. Su determinación tenía una razón concreta: Andrea.

Amy era joven e inexperta. Pero sabía lo que implicaba volver a Atlanta y, aun así, estaba aquí. Tal vez no estuviera lista para lo que vería allá, pero ya era demasiado tarde para retroceder.

Lo que realmente me interesaba era cómo reaccionaría cuando se enfrentara a la realidad.

—¿Por qué? —pregunté con calma.

Sus labios se apretaron en una línea fina.

—Es mi hermana —dijo, como si eso lo explicara todo. Y en cierto modo, lo hacía.

—No tienes experiencia peleando —señalé sin rodeos.

—Entonces aprendo.

No era solo lo que dijo, sino cómo lo dijo. Había visto muchas respuestas a la desesperación: miedo paralizante, negación, promesas vacías de fortaleza.

Pero Amy no estaba quebrada, ni se estaba mintiendo a sí misma. Quería hacer algo, y en un mundo como este, esa era la única forma de sobrevivir.

Me intrigaba. La mayoría en este grupo aún se aferraba a la ilusión de normalidad, esperando que alguien más tomara las decisiones difíciles. Amy, en cambio, estaba dispuesta a ensuciarse las manos.

—Si vienes, sigues mis órdenes —dije, observándola con atención.

—Está bien.

No dudó. No discutió. Me sostuvo la mirada con la misma determinación de antes.

No estaba seguro de qué pensar de eso, pero una parte de mí quería ver hasta dónde llegaría.

—Busca un arma y ponte algo más práctico. Nos vamos en cinco.

Amy asintió y se alejó sin titubeos. La observé por un momento antes de volver a mi tarea.

Si había tomado la decisión de venir conmigo, me aseguraría de que volviera con vida. Mientras más rápido se enfrentara a este mundo, mayores serían sus posibilidades de adaptarse.

No podía permitirme distracciones, pero por alguna razón, la imagen de su mirada decidida se quedó en mi mente más tiempo del que esperaba.

_________________________

No pasó mucho tiempo para que estuviéramos listos. Al final, decidí llevar la llave del Atlas conmigo. Nadie en este grupo era lo suficientemente confiable. Shane no dudaría en aprovecharse de mi ausencia, y no me arriesgaría a dejarle algo tan valioso.

—No estoy de acuerdo —Rick interrumpió mis pensamientos, su voz firme al negarse a llevar a Amy con nosotros.

—Es peligroso, deberías quedarte —Morgan intentó persuadirla.

Amy no retrocedió.

—Voy.

No esperó permiso ni trató de justificarse. Su decisión ya estaba tomada.

—Acepté que viniera conmigo —intervine, notando la mirada de Rick sobre mí—. No se preocupen, me encargaré de ella.

Rick frunció el ceño, pero no discutió. Tal vez porque tenía asuntos más urgentes en la mente.

Examiné su atuendo. No era perfecto, pero al menos le permitía moverse con mayor facilidad.

Sin embargo, casi me arrepiento al ver que su única arma era un cuchillo de cocina.

—Bien, pero te quedas con Daniel —dijo Rick, su mirada alternando entre ella y yo antes de centrarse en mí, evaluándome.

Me sorprendió que aceptara tan rápido.

—De acuerdo —respondió Amy sin dudar.

Suspiré internamente y saqué un cuchillo táctico extra y la pistola del tipo que me disparó en el hospital. Me acerqué a ella, cerrando la distancia entre ambos.

Tomé el cuchillo de cocina de sus manos con facilidad, mis dedos rozando los suyos por un instante. Eran más suaves de lo que esperaba, una sensación discordante en un mundo que exigía brutalidad.

—Usa este en su lugar —dije, depositando el cuchillo táctico en su palma.

Amy lo sostuvo, sintiendo su peso.

—Es más corto… —murmuró.

—Y más eficiente —respondí—. Un cuchillo largo puede atorarse si no lo usas bien. Este es más rápido y letal.

Ella asintió, deslizando los dedos por el mango con cautela.

No perdí el tiempo y levanté la pistola entre nosotros.

—Observa.

Amy no apartó la vista cuando le mostré cómo poner y quitar el seguro, ni cuando guié sus manos sobre el arma, corrigiendo su agarre.

Nuestra proximidad era inevitable, y por un segundo, su mirada se alzó hacia la mía.

Demasiado cerca.

Demasiado intensa.

Ella estaba concentrada, pero vi cómo su respiración se volvió un poco más profunda, cómo sus dedos temblaron levemente antes de afirmarse en la empuñadura.

No me alejé.

—No la uses a menos que sea necesario —dije en voz baja—. Si tienes que recurrir al cuchillo, apunta al cerebro. Si no puedes ir directo, los ojos son la mejor entrada.

Amy tragó saliva, su lengua humedeciendo sus labios por reflejo antes de asentir.

—Entendido.

Por alguna razón, mis ojos se desviaron a su boca por un instante antes de que apartara la vista.

—Haz lo que te diga y saldrás viva de esto.

Le devolví la pistola y ella la tomó sin dudar.

Pero en vez de alejarse de inmediato, levantó la mirada una vez más.

—Te lo agradezco Daniel.

Por un instante, no supe qué responder.

Hasta hace poco, su vida había sido simple, casi despreocupada, aferrándose a la ilusión de que las cosas volverían a ser normales.

Pero aquí estaba. Con miedo, sí, pero sin dar un paso atrás.

De todas las cosas que había esperado de este grupo, la personalidad de Amy no era una de ellas.

Y me gustaba más de lo que debería.

___________________

Estábamos en camino hacia la ciudad. Shane nos había dado detalles sobre la zona donde debían estar, y ahora nos acercábamos para estudiar la situación antes de tomar una decisión.

-Diablos—murmuró Morgan, observando a través de los binoculares.

—Son demasiados—dijo Amy, su voz débil, claramente preocupada.

Habíamos encontrado un punto alto cerca de la ciudad. Saqué los binoculares y los repartí entre el grupo para poder observar mejor el lugar. Los caminantes rodeaban el edificio por todos lados,la escena en tv no hacía justicia a la cantidad de caminantes que había. Era mucho peor de lo que habíamos imaginado.

—No podemos entrar con todos ellos ahí—habló Rick, bajando los binoculares. Su rostro reflejaba tensión.

—La única forma de hacerlo es alejarlos lo suficiente para que podamos encontrar una entrada y mantenerla abierta para salir—comenté, evaluando las opciones mientras trataba de planificar la mejor estrategia.

Intentamos contactarlos por radio para saber si podían salir, pero no había respuesta del otro lado. Así que, tendríamos que entrar y hacer que siguieran el plan.

—¿Usaremos un auto?—preguntó Amy, recordando la conversación que había tenido con Morgan momentos antes.

—Es una opción—respondí pensativo—pero necesitaríamos más de uno. Tenemos que guiarlos en varias direcciones, abrir un camino sin quedar rodeados.

—Puedo distraer a algunos hacia esa zona—dijo Morgan, señalando un punto cerca—. Hay una ruta que conecta con la carretera. Desde allí sería más fácil salir sin quedar atrapado.

El riesgo era evidente. La cantidad de caminantes era preocupante, y el ruido no solo atraería a los cercanos, sino también a los que no podíamos ver. Esos eran los que realmente me preocupaban, pues podrían complicar la salida. Un solo vehículo no ofrecería la protección que necesitábamos.

—Llevaré otro vehículo por el lado contrario—dijo Rick, mirando hacia el horizonte con una determinación que no dejaba espacio a dudas—. Eso debería abrir espacio suficiente para que tú, Daniel, entres con Amy y saquen a todos de allí.

Lo miré con preocupación. El lado que proponía Rick era desconocido para nosotros. Aunque nos abriría un camino más directo hacia el centro, el plan era arriesgado, sobre todo para él. No estábamos seguros de cómo saldrían de allí, y no quería arriesgar su vida si algo salía mal. Sabía que Rick era valiente, pero también tenía un fuerte sentido de responsabilidad sobre el grupo. Su decisión de entrar por ese lado podría ser nuestra mejor oportunidad, pero también nuestra mayor amenaza.

—Está bien—respondí, ajustando mi plan mientras evaluaba mentalmente los riesgos. Me sentía responsable de todos, pero no podía dejar que mi preocupación nublara el juicio. El plan era arriesgado, sí, pero era nuestra única opción viable.

Ellos corrían el riesgo de quedar rodeados por los caminantes, que no tardarían en agruparse en cuanto el ruido comenzara a atraerlos. Amy y yo, por nuestra parte, corríamos el riesgo de toparnos con caminantes vagando por el camino hacia el centro. Todos estábamos arriesgándonos

Amy, asintió lentamente.

—Vamos a hacerlo—dijo, apretando los dientes, dispuesta a seguir el plan a pesar de lo peligroso que fuera.

Morgan también pareció satisfecho con la distribución.

—Si logramos atraerlos a las rutas correctas, y hacemos todo con precisión, tenemos una oportunidad—dije, manteniendo la calma mientras me aseguraba de que todos comprendieran lo que implicaba. Mi mirada se fijó en los demás. Amy parecía preocupada, pero estaba lista para seguir el plan, y Morgan se veía confiado, aunque su rostro revelaba que entendía lo arriesgado de la situación.

—Está decidido. No hay tiempo que perder—dijo Rick, su tono firme.

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