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Chapter 4 - Nieve Estratégica

La nevada aún cubría el campo de batalla cuando los soldados de Azran regresaron a la capital. La victoria reciente había encendido una chispa de esperanza, pero en las calles, los rostros seguían sombríos. Nadie en su sano juicio creía que el Imperio de Iskers se daría por vencido tan fácilmente.

En la sala del consejo real, la tensión era palpable.

El rey de Azran permanecía de pie frente al enorme mapa del reino, con el ceño profundamente fruncido. A su alrededor, Airi y los comandantes de las órdenes debatían con intensidad.

—El enemigo se ha retirado, sí —dijo Airi con firmeza—. Pero no fue una derrota. Kael von Iskers no es el tipo de hombre que se echa atrás sin un plan oculto.

—El próximo ataque no será una simple ofensiva —añadió el general de la Orden de Genbu, un veterano de rostro curtido y mirada implacable—. Será una guerra total. Si queremos sobrevivir, debemos prepararnos como nunca antes.

El silencio se extendió. Las respuestas eran escasas.

Entonces, la gran puerta se abrió lentamente.

Yukari entró en la sala con pasos serenos, su figura envuelta en su habitual capa blanca. Sus ojos reflejaban la calma del invierno… y la decisión de una líder.

—Si van a resistir —dijo con voz firme—, tendrán que cambiar su forma de pelear.

Todos los presentes se volvieron hacia ella.

—¿A qué te refieres? —preguntó Airi, aunque en su mirada ya comenzaba a surgir una intuición.

Yukari se acercó al mapa y apoyó la mano sobre él. En ese instante, un aura helada brotó de sus dedos, extendiéndose por el contorno de las fronteras como una nevada en miniatura.

—Esta tierra… es su aliada —declaró.

Los generales se miraron entre sí, desconcertados.

—Durante generaciones, Azran ha luchado con fuerza y honor… pero también con rigidez —continuó Yukari, su voz resonando con convicción—. Es hora de dejar atrás las viejas tácticas. Si convertimos este reino en una trampa de hielo, si usamos la nieve, el viento y el frío a nuestro favor… entonces, incluso un ejército como el de Iskers puede ser detenido.

Airi comprendió de inmediato.

—Quieres transformar Azran en un bastión de invierno. Una fortaleza natural.

Yukari asintió.

—Los ejércitos de Iskers no están preparados para pelear en un territorio que no comprenden. No con magia. No con espíritu. No con alma.

El rey, que hasta entonces había guardado silencio, clavó sus ojos en Yukari.

—Si esto es posible… ¿qué necesitas para lograrlo?

Ella lo miró fijamente.

—Tiempo.

Un susurro recorrió la sala. Tiempo… para transformar el reino, para entrenar a las órdenes, para preparar el hielo que no solo congela, sino que protege.

Y así, en ese instante, Azran dio su primer paso hacia una guerra distinta.

Una guerra… de invierno.

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