Rosita no recuerda mucho después de aquel climax. Todo se convirtió en un borrón debido a la adrenalina ya quién sabe cuántas otras cosas que atormentaban su cuerpo y su mente. Recordaba haberlo hecho… Luego, sonreírle a su jefe e intentar marcharse disimuladamente, aunque sus piernas temblaban.
Todavía estaba aterrada en ese momento, tanto o más que ahora. Trató de continuar con su trabajo, ocupándose de la ropa, principalmente para alejarse de su jefe, puesto que después de haber tragado su esencia y sentir uno de los mayores éxtasis que jamás había experimentado—acompañado del inevitable orgasmo—su mente se aclaró lo suficiente para comprender que lo que había hecho estaba mal. Y temía que las cosas pudieran empeorar.
No sabe cómo logró resistir hasta que llegaron las demás sirvientas. Pero en cuanto entraron, pidió un relevo y salió de la mansión sin siquiera esperar una respuesta afirmativa de sus superiores. Tomó el auto y cree haber ignorado cada semáforo hasta llegar a su casa. Por suerte, lo hizo en una sola pieza.
Entró como si estuviera huyendo de algo aterrador. Pero ella sabía que aquello que la perseguía no era externo… sino algo que habitaba en su interior. Quería llorar, pero su cuerpo no respondía. Solo quedaba el regusto de lo que había hecho.
"Mala mujer... Puta... Infiel..."
Las palabras la atormentaban ahora que estaba en casa, su hogar, el hogar de su esposo. Los recuerdos de lo que había hecho volvieron con una claridad cruel, solo para atormentarla. Si no fuera porque sus hijos la recibieron al escucharla llegar, y tuvo que fingir que todo estaba bien, probablemente habría seguido hundiéndose en ese abismo.
Intentó que todo siguiera con normalidad, pero no podía. Cada cosa que le recordaba a Norman la hacía sentir culpable. Ni siquiera se atrevía a besar las frentes de sus hijos como solía hacerlo, porque sentía que su boca estaba sucia. No quería manchar su pureza con sus errores.
Por suerte, su niñera estaba allí. No solo cuidando a los niños, sino también cubriendo el vacío como buena madre que Rosita, en ese momento, no podía llenar por sí sola. Y, como la buena amiga que era, notó de inmediato que algo no andaba bien. Le ofreció una oreja para escuchar y una mano para darle suaves palmaditas en la espalda.
Aquella oveja era una excelente oyente. Y aunque Rosita le insistió en que no indagara en sus problemas, ella lo hizo de todos modos. Y Rosita agradeció que lo hiciera, porque realmente lo necesitaba. Fue en ese momento cuando descubrió que su niñera tenía varios doctorados en psicología. Un detalle sorprendente, pero también un alivio.
Rosita habló con ella sobre sus problemas. Claro, sin revelar explícitamente lo que había hecho, pero tenía el presentimiento de que la oveja lo sabía a la perfección, como si pudiera leerla como un libro abierto.
La conversación no fue fácil. La culpa la hacía llorar. Pero algunos de los nudos en su pecho comenzaron a aflojarse.
'Tu familia ha estado en la cuerda floja desde hace tiempo. Hay mucho estrés. Es normal tomar decisiones cuestionables en situaciones así.''Tu esposo ha estado algo ausente por la misma razón. Es natural sentirse sola.''Todos tenemos necesidades. Y cuando llegamos al límite, podemos flaquear.''No hay nada que no tenga solución… aunque tal vez la solución no sea la que esperas.'
Las palabras de la oveja aliviaron un poco su carga. No podía cambiar lo que había hecho. Ahora debía ver cómo sobrellevarlo… y cómo solucionarlo.
No se sintió bien consigo misma. Jamás pensó que haría algo así. Con un extraño. Con alguien que no era su marido. Pero lo hizo.
Y lo peor era que aún podía sentirlo. Su forma. Su sabor. Esa leche llenando su estómago… Si no fuera por eso, quizás se sentiría mejor en ese momento. Lo más perturbador era que, a pesar de ser una práctica que le disgustaba, algo que ni siquiera le gustaría hacer con su esposo si no fuera estrictamente necesario, esta vez había sido diferente. Tan cálido… y, al mismo tiempo, ¿refrescante?
A pesar de haber recuperado algo de compostura, Rosita seguía sin estar bien. Cuando cayó la noche, llamó a Norman. Sabía que apenas escuchara su voz perdería el control… pero él nunca atendió.
Llamó varias veces. Pero el teléfono solo sonaba. Sin respuesta.
No sabía si eso era mejor o peor en esa situación. Pero ya no importaba. Su cuerpo no daba más. Necesitaba dormir. No porque quisiera, sino porque ya no podía posponerlo.
Y esa noche… fue una de las más placenteras que había tenido en mucho tiempo.
Al despertar, la culpa la golpeó con más fuerza.
Sentía que debería haber tenido pesadillas, sentirse atormentada, pagar por lo que había hecho. Sentía que debía sufrir. Solo así se consideraría castigada.
Pero no.
Y el hecho de no sufrir… la hacía sentirse aún peor.
...
Mientras tanto, Riuz no tenía mucha idea de lo que le pasaba a Rosita. Bueno, internamente lo suponía, y externamente estaba al tanto de todos sus movimientos.
Ahora se encontraba en un bar, observando a cierta eriza a la que había invitado una bebida y que se estaba acercando. No parecía alguien que frecuentara este tipo de lugares, por lo que había sido difícil encontrar la oportunidad hasta hoy. Becky solo había venido para disfrutar de los músicos que tocaban esta noche. Amaba la música.
Becky: "Hola, soy Becky". —Dijo con los ojos brillando como corazones, sentándose frente a Riuz sin preguntar ni dudar.
Becky no era de las chicas que se lanzaban de esa manera con un desconocido solo porque le había invitado un trago. De hecho, ni siquiera era muy fanatica del alcohol. Pero nunca en su vida había visto a un erizo tan hermoso. Creía que si no se acercaba, perdería una oportunidad única.
Sí, ahora Riuz había tomado la forma de un erizo. Uno que bien podría protagonizar las fantasías húmedas de cualquier eriza adolescente. Con los años, Riuz había perfeccionado su transformación, al menos en lo que respetaba a los animales. Además, había conocido a muchos erizos en el pasado, por lo que tenía buenas referencias. Y, como si fuera poco, contaba con todo un equipo de investigación que lo ayudaba a diseñar y elegir sus formas. Por eso mismo, ahora parecía el dios erizo de la belleza y la seducción.
Riuz: "Becky… qué nombre tan encantador."
Becky: "¿Y tú? No me has dicho cómo te llamas".
Riuz: "No quiero arruinar la magia... asi que pro el momento solo dime R..."
La conversación continuó entre coqueteos y sonrisas juguetonas. Finalmente, Riuz sacó a Becky del bar y la llevó a dar un paseo nocturno. Ambos habían bebido un poco, pero no lo suficiente como para embriagarse.
Fue una caminata agradable, con miradas cómplices, roces sutiles, un beso casto… y en algún momento, terminaron en un callejón. Becky tenía las manos apoyadas contra la pared mientras Riuz la sostenía de las caderas y la follaba salvajemente.
Las espinas lo hicieron algo complicado e incluso peligroso, pero para alguien con su experiencia, aquello no era más que un desafío menor. La sensación de su apretado coño lo hacía olvidar cualquier pinchazo accidental. Sus adorables gemidos y chillidos solo aumentaban su intensidad en un círculo vicioso, uno que Riuz no tenía intención de romper hasta saciarse por completo.
...
La mañana siguiente, Rosita se enfrentaba a su segundo gran problema. Estaba sentada en su cocina, muy temprano, con su tercera taza de café. Y si nadie la detenía, seguiría con una cuarta, quinta… quién sabe cuántas más.
Estaba nerviosa y sin saber cómo proceder. Tenía que ir a trabajar, pero no creía poder hacerlo. Después de lo que pasó… no podía volver a esa mansión, ver a su jefe…
Ese lugar era la casa del pecado. ¿Y si volvía a repetirse? Si pudiera, no regresaría jamás. Solo ver ese sitio le recordaría lo que hizo. Sabía que tenía un contrato muy estricto y que ignorarlo podría arruinar su vida, pero la idea de enfrentar a la gente de allí…
Fue la niñera quien la sacó de su conflicto interno al levantarse para preparar el desayuno de los niños, algo que Rosita había olvidado por completo. Y ahora no solo se sentía una mala esposa, sino también una mala madre.
Niñera: "Aunque quieras renunciar, tendrás que verlos en algún momento. Mejor ve y enfrenta tus problemas. Tomaste una decisión equivocada, y debes hacerle frente."
Palabras crueles, pero necesarias. No podía escapar para siempre. Tarde o temprano tendría que enfrentar a sus compañeras… y a su jefe. Pero esperaba que fuera dentro de mucho tiempo, cuando no sintiera que el corazón se le iba a salir por la garganta.
Tomó sus llaves y agarró el traje de sirvienta que se había traído ayer, pues aún lo tenía puesto cuando escapó la noche anterior, sin siquiera cambiarse. El viaje fue lento… demasiado lento. No quería llegar. Se detuvo a comprar víveres que no necesitaba solo para ganar tiempo.
Pero al final, aunque no quisiera, aunque pensara en fingir enfermedad como excusa, llegó a la mansión. Su estómago se retorcía, pero reunió fuerzas para salir del auto.
Caminó con lentitud, sujetando el uniforme con un brazo, lista para devolverlo y anunciar su renuncia, aunque eso pudiera arruinar su vida.
Entró en la mansión y vio a las mismas personas de siempre, saludándola con amabilidad, como si todo fuera normal… aunque para ella, era el fin del mundo.
Avanzó lentamente por los pasillos, esperando encontrar a una de sus jefas, pero fue una de sus compañeras quien la encontró primero.
Sirvienta: "Aquí estás. Pensé que me harías buscarte todo el día. No es bueno llegar tarde sin avisar, estuve dando vueltas por veinte minutos."
Rosita: "Hola, Silvia… lo siento, yo…" —murmuró apenada, sin levantar la mirada. No creía poder enfrentar a esta compañera, la misma que había robado sus labios en más de una ocasión.
Sirvienta: "Ah, no importa… solo estaba preocupada por ti." —Puso los ojos en blanco, pero su tono mostraba genuina preocupación—. "Digo, apareces tarde y ni siquiera te has puesto el uniforme."
Rosita: "Es que… lo que pasa es que yo…" —Intentó explicar, pero la presencia de Silvia solo la hacía recordar lo ocurrido con las otras sirvientas… y con su jefe la noche anterior.
Sirvienta: "No importa, esto es para ti." —Dijo, entregándole un sobre.
Rosita: "¿Qué es esto?" —Preguntó, sorprendida al notar que el sobre era pesado. No estaba sellado, y al entreabrirlo, vio su contenido… lo que la asustó. Billetes. Muchos billetes.
Sirvienta: "No sabíamos si querías este bono en efectivo o que lo agregáramos a tu sueldo. Ya sabes, por si querías que fuera secreto y todo eso."
Rosita: "¿Bono?! ¿¡Qué bono!? ¿¡Por qué!?"
Sirvienta: "Jeje…" —Rio con una sonrisa pícara y maliciosa— "ya sabes, por tu trabajito extra." —Dijo, moviendo su mano en un gesto claramente sugerente.
Rosita: "¿¡Lo sabes!?" —Gritó en shock—. "¿¡Él se los dijo!?" —Preguntó, herida.
Sirvienta: "No hizo falta… lo olemos en ti." —Se acercó peligrosamente, respirando su aroma con una expresión juguetona—. "Podemos sentirlo. Está por todo tu cuerpo… es inconfundible."
Rosita: "¿En serio…?" —Preguntó, aterrorizada tanto por lo que escuchaba como por la invasión de su espacio personal.
Sirvienta: "Claro. Podemos sentirnos entre nosotras. Te dije que éramos como una familia… pero recién ahora eres realmente una de nosotras. Bienvenida a la familia." —Sonrió con suficiencia—. "No trates de ocultarlo, ya todas podrían saberlo… además de que vimos la grabación de la cámara de seguridad."
Rosita: "¡¿HABÍA CÁMARAS?!" —Se sobresaltó, palideciendo—. "¡TIENEN QUE BORRARLO!" —Gritó desesperada.
Sirvienta: "Tranquila." —Dijo con calma, posando sus manos sobre los hombros de Rosita.
Rosita: "¡Nadie puede ver eso!" —Se hiperventiló, entrando en pánico.
Pero Silvia no dejó que Rosita se exaltara más. La sujetó firmemente y la atrajo hacia ella, sellando sus labios en un beso feroz.
La besó como un lobo hambriento, devorándola con su lengua, hundiéndose en su garganta. Rosita se resistió, sorprendida, pero poco a poco iba perdiendo la lucha. Ya fuera por las emociones o la falta de aire, pronto sus fuerzas flaquearon.
Cuando llegó a ese punto, Silvia separó sus labios con una sonrisa satisfecha y sostuvo a Rosita en sus brazos.
Sirvienta: "¿Ya estás más tranquila?" —Preguntó juguetonamente.
Rosita: "Hmmm…" —Balbuceó débilmente, tratando de recuperar el aliento.
Sirvienta: "Rosita, aquí nadie más que nosotras va a ver ese video. Te lo digo en serio, somos una familia, especialmente ahora. Sí, antes te queríamos, eres una buena cerdita, pero recién ahora podemos decir que realmente eres una de nosotras."
Rosita: "Pero yo..." —dijo débilmente, aún intentando recuperar el aliento.
Sirvienta: "Lo que quiero decir es que no te preocupes. Puedes confiar en nosotras, ahora incluso podríamos poner las manos al fuego por ti... como esperamos que hagas lo mismo por nosotras" —dijo con un tono cariñoso.
Rosita: "Yo..."
Sirvienta: "Confía en nosotras. Si quieres, creo que todavía está la grabación de cuando me dieron por el culo por primera vez. Podemos verla juntas, para que estemos en igualdad de condiciones. ¿Te parece?"
Rosita: "No... yo..." —murmuró sonrojada, su cabeza atrapada entre los pechos de su compañera.
Sirvienta: "Rosita..." —suspiró, notando la resistencia en su tono y lenguaje corporal—. "Sé que quieres irte..."
Rosita: "¿Lo sabes?" —preguntó levantando la mirada.
Sirvienta: "Somos cachondas, extrañas y quizás un poco locas... pero no estúpidas. Llegaste tarde, nerviosa, con tu traje de sirvienta en las manos, todo después de hacer algo que siempre rechazaste y dijiste que jamás harías. No es difícil conectar los puntos."
Rosita: "Yo... no puedo seguir con esto..." —dijo con culpa, su voz cargada de pena. Se sentía deprimida, sin fuerzas—. "Me encantó trabajar con ustedes... y las extrañaré, pero... yo... ¿Puedes borrar el video cuando me vaya? No quiero que nadie sepa de esto. Es una mancha que no podré borrar, pero al menos me gustaría que nadie más lo supiera."
Sirvienta: "Hmmm... no."
Rosita: "¿No? Por favor, necesito que borres ese video, yo..."
Sirvienta: "No, no me refiero a eso. Me refiero a que no te vas a ir... Y tampoco vamos a borrar el video, va directo a la biblioteca familiar. Ahora vamos a quitarte esas ideas estúpidas de la cabeza" —dijo con decisión, levantando a Rosita con facilidad y cargándola sobre su hombro.
Rosita: "¡¿Silvia?!" —exclamó, sorprendida por la fuerza de su compañera.
---///---
patreon.com/Lunariuz