Cherreads

Chapter 6 - Capítulo 6: Conversación entre Nobles

La mañana en Kuoh era tranquila, aunque en el aire flotaba una presión casi invisible, perceptible solo para aquellos con sentidos más agudos.

Rimuru ya lo había notado antes de abrir la tienda.

—Ella vendrá hoy —dijo, mientras extendía una masa de pan con suavidad—. Está usando una barrera de ocultación, pero no conmigo.

Diablo asintió.

—¿Confirmado?

—Confirmado. Es la misma energía que sintió Ciel durante el festival. La he sentido antes... durante mi combate con un cierto Primordial hace siglos. Refinada. Antigua. Orgullosa.

Souei emergió de las sombras junto a la despensa.

—¿Procedo con el protocolo de reconocimiento?

Rimuru negó con la cabeza, sonriendo con calma.

—No. Hoy, la casa estará abierta para los invitados reales.

**

La campanita sobre la puerta sonó a las diez en punto.

Y con ella, entró Rias Gremory.

Vestía su uniforme impecable, su largo cabello rojo cayendo como fuego líquido sobre sus hombros. Su porte era digno de una princesa. No, de una reina.

Su mirada recorrió la panadería con detalle, deteniéndose por un momento en Diablo —quien devolvió la mirada con una inclinación apenas perceptible— y luego en Rimuru.

—Buenos días. ¿Tienen panecillos de uva dorada?

—Claro que sí —dijo Rimuru, con una ligera sonrisa—. Y también té negro de hojas danzantes, si gusta.

Rias sonrió con elegancia.

—Pensé que era una panadería, no una casa de té imperial.

—Solo para invitados especiales.

**

Tomó asiento junto a la ventana, y Rimuru la atendió personalmente. El silencio entre ambos no era incómodo, sino denso. Como si dos reyes hubiesen decidido compartir mesa en un campo neutral.

—Ayer vino Akeno —comentó Rias tras un sorbo de té.

—Lo sé. Es encantadora.

—También es muy perceptiva. Y ahora, tiene preguntas que no puede responder. Como yo.

Rimuru apoyó una mano en la barra, sin dejar de observarla.

—¿Qué clase de preguntas?

—¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí? ¿Y cómo es que tu panecillo de fresa puede restaurar más energía que una poción mágica de rango medio?

Rimuru sonrió. Tranquilo. Serio.

—Una simple persona de paso. Y sobre el pan... el secreto está en el horneado.

Rias no rió. Sus ojos azules brillaron con una chispa de autoridad.

—No juegues conmigo, Rimuru.

No había sarcasmo. No había amenaza.

Solo el peso de su nombre.

Rimuru se cruzó de brazos, sin dejar de sonreír.

—No lo hago. Solo que tú aún no estás lista para las respuestas que buscas.

—¿Eso crees?

—Lo sé. Porque yo tampoco lo estaba... cuando estuve en tu lugar, hace mucho tiempo.

Rias entrecerró los ojos, evaluándolo. El silencio se instaló de nuevo, esta vez más profundo.

Al final, ella se recostó con elegancia y tomó otro sorbo.

—Entonces te haré otra pregunta.

—Adelante.

—¿Tienes intención de interferir con el equilibrio de esta ciudad?

Rimuru sostuvo su mirada con firmeza.

—No. Solo quiero hornear pan, ver amaneceres tranquilos, y tener clientes felices.

Una pausa. Y luego:

—Pero si ese equilibrio se rompe, y amenaza lo que he construido... responderé.

Las palabras quedaron flotando en el aire como espadas suspendidas.

Rias, al final, se levantó. Con la gracia de una noble. De alguien que entendía lo que no se dijo.

—Entiendo.

Tomó la caja de panecillos que le ofreció Diablo y se dirigió a la puerta.

Pero antes de salir, giró apenas la cabeza.

—Tempest, ¿eh? Bonito nombre. Me recuerda a algo... antiguo.

Rimuru alzó una ceja.

—Quizás a ti también te recuerden algún día como "algo antiguo".

Rias sonrió por fin, genuinamente.

—Hasta pronto, señor panadero.

**

Cuando se fue, Souei volvió a aparecer en silencio.

—¿Crees que sospecha tu identidad real?

—No. No aún. Pero sabe que no soy cualquier mortal. Y eso es suficiente para que esté vigilante.

—¿Te preocupa?

Rimuru negó, mientras seguía preparando la próxima masa.

—No. Me agrada. Es lista, orgullosa... pero no arrogante. Y, más importante, protege lo que ama.

Diablo asintió lentamente.

—Es peligrosa.

—Sí. Pero también... una posible aliada. Solo el tiempo lo dirá.

**

Y mientras el día continuaba, y los clientes llegaban con sonrisas, Rias Gremory, en lo alto del edificio del Club de Ocultismo, observaba la caja de pan en sus manos con una mirada pensativa.

—Él no es un simple panadero.

—¿Lo vamos a investigar? —preguntó Akeno, apareciendo tras ella.

Rias negó con la cabeza.

—No aún. Quiero ver qué tipo de historia está horneando ese hombre. Y si nos conviene... ser parte de ella.

More Chapters