El amanecer trajo consigo una sensación de calma engañosa. La humanidad aún se aferraba a la normalidad, pero la amenaza nunca desaparecía del todo. A pesar de eso, Kevin y su equipo habían aprendido a balancear sus vidas como héroes y como jóvenes que solo intentaban encontrar su lugar en el mundo.
El Despertar de Kevin
Kevin despertó temprano en la base, con el sonido de los informes de seguridad en su comunicador. La ciudad estaba tranquila, sin actividad enemiga reportada. Se levantó con un leve suspiro y se dirigió al área común, donde encontró a Ren revisando más datos en su computadora portátil.
—¿Otra noche sin dormir? —preguntó Kevin, apoyándose en la mesa.
Ren ni siquiera apartó la vista de la pantalla mientras respondía:
—No confío en la quietud. Es demasiado silenciosa.
Kevin entendía lo que sentía su amigo. Las batallas no siempre eran físicas; a veces, la espera era lo que más desgastaba.
Iris y Kevin: Una Conversación Diferente
Después de desayunar, Kevin salió a respirar aire fresco. En la azotea de la base, encontró a Iris, quien observaba la ciudad con una expresión pensativa.
—¿Qué haces aquí sola? —preguntó Kevin, acercándose.
Ella se giró con una sonrisa ligera.
—Pensando en lo que viene después.
Kevin la miró con curiosidad.
—¿Después de qué?
—Después de todo esto. Cuando la guerra termine, cuando no tengamos que pelear todos los días... ¿qué haremos entonces?
Kevin se quedó en silencio por un momento. Nunca había pensado en eso. Su vida entera giraba en torno a proteger el mundo, pero ¿qué pasaría si realmente ganaban?
—Supongo que intentaremos volver a una vida normal.
Iris asintió, pero su mirada indicaba que tenía algo más en mente.
—¿Y qué hay de nosotros, Kevin?
El corazón de Kevin dio un vuelco. No era una pregunta cualquiera. Era algo más profundo.
—Nosotros… —Kevin respiró hondo—, siempre hemos sido un equipo. Y pase lo que pase, quiero que eso no cambie.
Iris sonrió, pero Kevin no pudo evitar notar un leve sonrojo en sus mejillas.
El Regreso del Caos
El momento de tranquilidad no duró mucho. La alarma de la base sonó con fuerza, y en las pantallas apareció un nuevo ataque en la ciudad. Esta vez, los invasores habían enviado una criatura de proporciones colosales.
—¡Parece que nuestra paz ha terminado! —dijo Dante, mientras el equipo se preparaba.
—Equipo, en marcha. ¡Es hora de pelear! —ordenó Kevin.
Los cinco corrieron a sus posiciones y se transformaron en un destello de luz y energía.
Desde el cielo, la monstruosidad rugió, mientras los ciudadanos huían despavoridos. Era el combate más grande que habían enfrentado en días, y sabían que esta batalla no sería fácil.
Kevin apretó los puños y miró a su equipo. Ya no había dudas en sus ojos.
—¡Juntos, vamos a demostrarles que este mundo no caerá!
Con esa declaración, los héroes se lanzaron a la batalla.
Justo en ese momento, algo inesperado ocurrió. Los morphers de cada uno comenzaron a brillar intensamente, emitiendo una energía desconocida hasta ahora. Desde su interior, nuevas Sentai Cards emergieron, marcadas con símbolos de bestias, máquinas y vehículos gigantes.
—¿Qué es esto? —exclamó Ren, sosteniendo su carta con sorpresa.
Kevin observó la suya. En la parte superior de la carta, se leía un nombre inconfundible: "Galleon Zord".
—Son… nuestros Zords. —murmuró Iris con emoción.
—¡Entonces probémoslos! —gritó Dante.
Kevin asintió, deslizando la Sentai Card en su morpher.
—¡Zords, en acción!
Un rugido mecánico resonó en el aire, y desde la nada, sus poderosos Zords comenzaron a materializarse, listos para la batalla.