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Chapter 10 - Episodio 2: ‘Amigo’ Parte 3

Cuando salieron de la cueva, Midas se sentó sobre una roca para ver el mapa. Después de pasar por tantos problemas para conseguirlo, lo menos que podía hacer era echarle un vistazo para saber dónde demonios se encontraban. Y mientras él luchaba para sacar el mapa de su ropa, Briar miró los pajaritos en los árboles y el cielo azul que se cernía sobre ellos. La naturaleza era genial, pero Briar solo pensaba en comerse a los pájaros que estaban cantando su canción de la mañana.

De pronto, Midas se quejó con un suspiro pesado. Briar se dio la vuelta para mirarlo.

—El mapa está manchado de sangre…—él había puesto el mapa sobre la roca, con otra roca pequeña encima para que el viento no se lo lleve, pero este estaba mayormente pintado con la sangre que se derramó ayer, aunque aun quedaba algo que se podía ver.

—¿En serio? ¡Déjame ver!—dijo Briar, arrodillándose al lado de Midas. Al ver el mapa, se acercó para olerlo—Tu sangre huele bien.

Midas miró a Briar con incomodidad—Que digas eso solo me hace sentir peor. Tantas vidas se perdieron solo para que al final nada resultara bien. Escapamos pero, ¿a qué costo?

Los dilemas humanos son muy complejos para Briar. Para ella, matar es solo otro ciclo que forma parte de la vida, no había por qué sentirse avergonzada por matar a unas cuantas personas. Sin embargo, al estar con Midas este último día, ella comenzó a ver las actitudes del hombre como algo interesante. Tal vez estar encerrada durante años le dañó el cerebro y por eso se podía interesar tanto en algo tan mundano.

—No te pongas tan triste de la nada. Matar no es algo malo. Nunca voy a entender por qué a los humanos les avergüenza tanto admitir que han matado a algo o alguien. Matas para comer, matas para conseguir una casa, matas para vivir. No es tan difícil de entender.

En ese aspecto, Briar tenía razón. Sin embargo, Midas ya no quiso hablar más del tema. Se puso de pie mientras hacía crujir sus manos dentro del inhibidor y miró los alrededores.

—Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Ahora déjame intentar saber en qué parte del mapa estamos.

Aunque el mapa estuviera mayormente manchado de sangre, aún se podía ver parte de la zona norte de Runaterra, lo cual era bueno para Midas. Si los picos nevados que se ven a lo lejos son parte de Freljord, entonces eso quería decir que solo había una dirección que seguir.

Briar, sin embargo, levantó las cejas—Bueno, escapamos y todo, pero, ¿a donde se supone que vamos a ir?

Midas frunció el ceño—¿Nosotros?—le pareció extraño que Briar se incluyera a sí misma en la ecuación, pero tenerla cerca ya no era un problema. Él aún se sentía culpable por dejarla abandonada antes con esos soldados así que respondió con naturalidad, aceptando a la compañía de Briar—Iremos a Zaun, obviamente—le respondió con palabras rápidas mientras seguía mirando los alrededores.

—¿Zaun…? No tengo idea de dónde queda eso. ¿Está cerca de Noxus?

—Casi, pero no—Midas se agachó y apuntó ambas manos al mapa. Toda la parte sur del mapa estaba manchada, pero había algunas partes que aún conservaban la tinta que mostraba algunos lugares importantes del mundo—Noxus está aquí, en todo el centro superior. El Bastión Inmortal, del que escapamos, está relativamente cerca del puerto que podría llevarnos a Piltóver. El problema es que, por lo que veo en este mapa, en estos últimos años Noxus se ha expandido demasiado y el puerto, que antes era una ciudad libre, ahora es parte de Noxus. [Imagen]

Basilich, la ciudad portuaria, fue tomada por Noxus hace algunos años. El mismo Darius fue el encargado de sofocar la ciudad, convirtiéndola en parte del Imperio. Midas ya podía suponer como fue que paso esto, pero realmente poco le importaba.

—Ir caminando directamente a Piltóver sería una tontería. El camino es demasiado peligroso y sin un medio de transporte es aún peor. Las partes del mapa que se mancharon de sangre no nos importan porque todos esos imperios tienen sus propios problemas. Estoy seguro que todos están enemistados con Noxus. Y nosotros, que llevamos ropa de Noxus, seguro nos cortaran la cabeza al vernos.

—Wow, más despacio, cerebrito. Parece que sabes demasiadas cosas.

Midas sonrió levemente—Sé algunas cosas porque mi hermana mayor solía obligarme a estudiar. Ella siempre me decía: "Si no puedes volverte fuerte, entonces vuelve inteligente. Si estudias y te vuelves lo suficientemente listo, entonces te volverás un tipo importante de Piltóver podrás sacarnos a los dos de este basurero." Y luego era ella la que andaba golpeando tipos borrachos en los bares para robarles el dinero.

—Jajaja. Tu hermana suena como una chica muy cool.

—Supongo que lo es. A diferencia de mi…

—¿Por qué? ¿A qué te refieres?

Midas negó—Nada importante. Es hora de seguir avanzando. Si quieres seguirme, esa será tu decisión. Me sacaste de esa celda, lo menos que puedo hacer es llevarte conmigo, a pesar de que seas una asesina incontrolable.

—Te saqué de esa celda porque eso es lo que los amigos hacen.

Briar genuinamente considera a Midas su amigo, aunque el concepto de amigo era extremadamente difícil de entender para ella. No obstante, para Midas, eso era algo más complicado. Dejando de lado todo el asunto del escape, él fue testigo de lo horrible que puede ser esta chica. Ella asesinó a tantas personas como si no fueran nada. Si se trata de dilemas morales, Midas era un caos completo debido a eso.

Al final, solo le quedó reír con ironía—Ja… Claro, amigos…

Aún era difícil entender muchas cosas así que guardó el mapa en el agujero de su camiseta, el cual quedó luego de que recibió de lleno el hachazo de Darius, y caminó en la dirección contraria a las montañas heladas. Briar lo siguió con una sonrisa emocionada.

—Nunca antes había hecho un viaje con un amigo. Esto va a ser divertido.

—Ya somos dos—dijo Midas con mucho sarcasmo. Camino con los pies descalzos, mirando los árboles y asegurándose de que no se estaban desviando del camino.

De repente, Briar se detuvo—Espera, escuché algo. Es como un rugido.

—¿Un rugido?

Claro, si Briar tiene los sentidos aumentados como un vampiro, era normal para ella escuchar cosas a larga distancia, y escuchar un rugido no era buena señal.

—Si. Creo que sé de dónde viene—dijo ella, acercándose a Midas y escuchando el estómago de este tipo—Viene de tu barriga. ¿Tienes hambre?

—Si. Tengo hambre…—él se esperaba algo más peligroso. Bueno, con Briar las sorpresas nunca iban a parar. Para alguien que estuvo a punto de morir eso ya no era un problema—Pensé que habías escuchado a alguna bestia salvaje.

—El hambre de un hombre es una bestia salvaje—asintió ella, aprobando sus propias palabras. Y no se equivoca, eh.

—Aah… No he comido nada desde ayer. Incluso si yo estaba encerrado, los soldados me solían traer comida.

—Huh, suertudo. A mí no me daban nada. Me moría de hambre, es por eso que aproveché para comer cuando escapamos.

—Tu puedes vivir sin comer, ¿no? Yo no puedo. Aún soy humano, o eso creo—por un momento Midas se miró la cicatriz en el pecho.

—Que yo pueda vivir sin comer no significa que no sufra por el hambre. Ya sabes, mi hambre es como una bomba. Cuando explota, todo se vuelve muy divertido y caótico.

—Si, claro. Lo ví antes. Fue horrible.

La caminata siguió así durante algunas horas más. Si bien Midas se estaba muriendo de hambre, Briar también. En algún punto del camino, a Briar se le ocurrió salir a cazar un poco de comida. Midas no tenía ningún problema con eso. Él bien sabía que Briar puede arreglárselas sola, pero él no. Midas sigue siendo físicamente débil aunque su magia sea extremadamente peligrosa y poderosa. Un mago que no tiene forma de defenderse es presa fácil para un asesino experimentado.

Midas se quedó sentado cerca de unos árboles a la luz del sol. Tal vez era mediodía debido a que el sol estaba casi en su punto más alto. Sentado allí, esperando en silencio, Midas recordó el regalo que los dioses le dieron en esa cueva.

No debería pensar en eso, pero… La imagen nítida de dos colinas pálidas se quedó grabada en su mente. El recuerdo de Briar sentada sobre él, con los senos al descubierto, se convirtió en uno de los mejores recuerdos que ha tenido. Bueno, el resto de sus recuerdos son pura mierda depresiva, algo bueno tenía que pasar tarde o temprano. En serio no debería pensar en eso. Me hace sentir como una mierda. Por supuesto, Midas podrá ser un asesino, pero no un pervertido. A pesar de que solo fue un accidente, la inocencia que Briar mostró en ese momento lo hizo sentir culpable.

—Carajo… Ya no sé qué pensar. Ella es mala, pero…

Briar como tal no es malvada, ella es como un animal relativamente inteligente. Para ella la acción de matar es normal, pues ella come de los cadáveres. Por ejemplo, nunca le reprocharías a un león por comerse una gacela, pues es el ciclo innegable de la vida. Lo mismo pasaba con Briar. Era difícil diferenciar lo que está bien y lo que está mal.

—Pero…

La sonrisa adorable de ese pequeño fenómeno, sus palabras indiferentes y su actitud tan animada. Era imposible para Midas odiarla. Además de que de alguna forma Briar le recordaba a su hermana mayor.

Pensando en eso, Midas se reclinó sobre la piedra y miró las nubes. Este lugar era muy solitario y no sabía cuando un monstruo puede atacar de la nada. No tiene forma de defenderse y aún así permitió que Briar se alejara. Tal vez en el fondo solo quería ser castigado por sus pecados.

—Era suave…

Pues claro, Midas es un virgen, pero esos pensamientos son lo que lo están salvando de hundirse en su propia depresión. Estuvo encerrado durante mucho tiempo, alejado de la única familia que le quedaba, habiendo asesinado a muchas personas y sintiéndose culpable por ello. Su única luz en este momento eran los pechos de una chica y el pensamiento de que podrá volver a ver a su hermana después de tanto tiempo.

—Haah… Amigo, eh… Es la primera vez en mucho tiempo que pienso en eso.

Midas no tuvo amigos cuando vivía en Zaun. Lo único que tenía era a su hermana mayor. En estos últimos años Briar se la pasaba proclamando que ambos son amigos y, de hecho, Midas ya estaba empezando a creérselo. No se sentía tan raro ser amigo de esta chica loca.

—Debería darle una oportunidad—cerró los ojos, esperando poder descansar su propia mente, pero escuchó a alguien llamándolo.

—¡Hazte a un lado!

Por un momento, pensó que se trataba de una de las voces que suelen susurrarle al oído debido a la cordura que perdió estando en esa celda, pero…

—¡Midas! ¡Hazte a un lado!

Esa era la voz de Briar, gritándole a lo lejos de una forma muy extraña. Midas por supuesto que abrió los ojos y miró al frente, pero sus ojos mostraron miedo cuando vio a Briar montando a un jabalí gigante que corría en la misma dirección en la que estaba él. De hecho, Briar le estaba mordiendo el cuello al jabalí y es por eso que su voz sonaba extraña.

—¡Aaaahhh!—Midas se levantó de la piedra e intentó correr, pero el jabalí fue más rápido.

La bestia embistió a Midas y lo mandó a volar lejos. Briar miró en cámara lenta como Midas volaba para luego estrellarse violentamente contra un árbol. Abrió la boca, sorprendida, pero entonces miró al jabalí con el ceño fruncido luego de que Midas cayera al suelo.

—¡Cerdo tonto! ¡Eso no se hace!—abrió el cepo y su hambre se liberó. 

Briar cortó muchas veces la carne del jabalí con las espadas del cepo y la sangre le salpicó en la cara. Fue un movimiento astuto y rápido ya que, cuando sintió que el jabalí había muerto, el hemolito floto sobre sus hombros y volvió a cerrar el cepo. No era mucho, pero Briar sabía cuándo detenerse, casi.

—Jujeje. Aquí lo tienes, Midas. El almuerzo llegó—sentada sobre el jabalí, Briar se regocijó en su propia victoria, pero Midas no le respondió—¿Midas?

Obviamente, después de ser arrollado por una bestia, Midas estaba tirado en el suelo, con la cabeza metida en un arbusto. No parecía noqueado ya que estaba intentando salir del arbusto, pero como sus manos estaban atadas juntas, eso le resultó imposible.

—¡Espera un poco, te ayudaré!—dijo Briar, bajándose del jabalí.

Ella se acercó a Midas y lo tomó de la camisa usando los dientes. Midas salió del arbusto al instante y se sentó en el suelo.

Él miró al suelo y luego levantó la mirada para ver a Briar.

—Auch…—como si no hubiera sido suficiente haber recibido un hachazo en el pecho, ahora fue atropellado por un jabalí.

—¿Estás bien?

Midas suspiró—Si, estoy bien…—pero aunque dijera eso, el golpe fue demasiado fuerte y Midas no sabía si se rompió algún hueso. Aunque ese no parecía ser el caso. Solo había dolor agudo en su espalda que lentamente se iba calmando.

—Excelente porque traje comida.

—¿Comida? ¿Eso es comida?

Lo que Midas veía solo era un jabalí mutilado desangrándose en el suelo.

Briar asintió alegremente—Si. Déjame traerte un poco de carne—y se acercó al jabalí. Arrancó una pieza de la carne rojiza con la boca y regresó a donde Midas—Abre la boca.

—¿Qué? No soy un pájaro—Midas dijo eso refiriéndose a cómo los pájaros suelen alimentar a sus polluelos.

—No te quejes y come—y sus palabras eran serias, de una forma divertidamente rara. Estaba hablando con la carne sangrante en la boca, con su saliva derramándose por sus labios—Apúrate, que yo también quiero comer.

Una mujer alimentando a un hombre de esa forma… Midas tenía una difícil decisión que tomar. No puede usar las manos así que eso era un problema.

¿Qué decisión tomar? Ese dilema se presentó.

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