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Chapter 4 - Capítulo 4: Estratégica y Supervivencia

Después de caminar unos minutos por el pasillo, Daniel encontró la puerta que daba acceso al cuarto del generador. Se detuvo por un instante, agudizando sus sentidos mientras sostenía con firmeza el cuchillo.

Encendió la linterna, iluminando cada lugar sobre el interior oscuro del cuarto. Con pasos calculados, se adentró con cautela, escaneando cada rincón para asegurarse de que no hubiese caminantes ocultos.

El cuarto estaba sorprendentemente en orden. El generador ocupaba gran parte del espacio, junto a otros equipos auxiliares y varios barriles pequeños que, a juzgar por sus etiquetas, parecían contener combustible. También había recipientes vacíos que podrían ser útiles más tarde. La tranquilidad del lugar le permitió relajar levemente su tensión, aunque su mente seguía alerta.

Aprovechando la calma, comenzó a buscar entre unas cajas de suministros médicos apiladas en una esquina. Encontró varias mangueras de uso médico, un respirador manual Ambú y algunos instrumentos que podrían servirle para improvisar una bomba de extracción. Su experiencia médica y su capacidad para adaptarse rápido a las situaciones críticas le permitieron idear un sistema funcional.

Colocó los recipientes vacíos cerca del generador, escogiendo los que fueran más fáciles de transportar. Conectó la manguera al tanque del generador y utilizó el respirador manual para succionar, creando la presión necesaria para que el diésel comenzara a fluir. Bombear manualmente era agotador, pero después de varios minutos, logró que el líquido comenzara a deslizarse por la manguera hacia los recipientes.

Llenó todos los que pudo. No era una cantidad enorme, pero calculó que sería suficiente para llenar el tanque del Atlas APC. Si lograba conseguir más recipientes en el hospital o en futuras incursiones, podría almacenar suficiente diésel para llenar el tanque una segunda vez.

Daniel sabía que no debía mover el Atlas por ahora. Su ubicación era estratégica: conectado a las calles principales y en un punto ideal para seguir explorando el campamento militar en busca de más suministros. Transportar el combustible en viajes programados sería más seguro y eficiente que arriesgarse a perder el vehículo en una zona incierta.

Además con Rick aquí su plan de moverse estaba en pausa, encender el vehículo alertaría los caminantes cercanos y no quería verse rodeado de ellos.

Decidió que también debía revisar el estado de Rick. Si encontraba más material médico, podría administrarle suero o alguna sustancia alimenticia intravenosa que acelerara su recuperación. Cada viaje que hiciera entre el hospital y el Atlas no solo fortalecería su cuerpo, sino que también serviría como entrenamiento mental. Adaptarse y optimizar sus movimientos era clave para sobrevivir en este nuevo mundo.

Con la mente puesta en sus próximos pasos, Daniel cargó con los recipientes llenos de diésel y se dispuso a regresar.

Salir fue fácil, los lugares por los que se movía parecían estar mayormente vacíos, lo que le permitía moverse con rapidez y un poco de tranquilidad. Llenando el tanque del Atlas, se tomó un momento para organizarse, descansar y comer.

El tanque estaba lleno, tenía una fuente donde conseguír más diesel de repuesto, una mochila con pocos materiales, armas, equipo de protección.

Pero no comida, inicialmente no era mucha, y tras las actividades que realizo hasta el momento su hambré no era pequeña, así que termino con las pocas barras que tenía y una lata de comida que encontró.

Necesitaba alimento, esto era lo primordial en estos instantes. La cafetería del hospital estaba repleta de caminantes, los había escuchado a través de las puestas fuertemente selladas.

Sin embargo teniendo en cuenta la evidencia y el caos en el que se encontraba el hospital, todos habían evacuado con rapidez al no poder controlar la amenaza.

Los civiles parecían haber saqueado los lugares con fácil acceso, pero los almacenes, despensas medicas y lugares menos comunes dónde se almacenan los materiales médicos tenían un alto nivel de ser olvidados en medio del caos.

Entonces necesitaba ir a estás zonas, si estaba en lo correcto y fueron olvidadas, podría obtener suministros suficientes para durar por un tiempo.

Termino de comer y se preparo mentalmente, estos lugares eran el mejor lugar para buscar materiales pero también corría mayor peligro al ser zonas más adentradas. Pero no había opción, los centros y lugares más comunes debieron ser saqueados primero,sería poco probable encontar suministros, las medicinas y alimentos era lo que más necesaria, abastecerse de una gran cantidad al inicio le daría más seguridad y evitaría que tuviera que pasar hambre y en consecuencia perder fuerza.

Sería estúpido morir por no poder empujar a un caminante por su falta de fuerza al no comer. O morir por qué enfermo y no tuvo medicamento.

Suspirando salió del vehículo y se dirigió nuevamente al hospital, sin embargo está vez a un área diferente planeando encontrar las diversas despensas medicas de cada área, así como los almacenes.

____________

Unos minutos después, Daniel estaba dentro de la habitación de Rick, maldiciendo en silencio mientras observaba su brazo sangrante. El camino había sido tranquilo, hasta que sin darse cuenta había llegado a un almacén médico. Estudió el entorno con cautela, asegurándose de que todo estuviera despejado. Cuando estuvo seguro, abrió la puerta con precaución, manteniendo el cuchillo listo en su mano.

El lugar estaba en orden, pero el polvo acumulado revelaba la falta de movimiento reciente. A pesar de ello, los estantes repletos de enlatados, barras de proteína y otros alimentos le ofrecieron una rara sensación de satisfacción, medicinas, vendas, jeringas y más materiales.

Comenzó a organizar mentalmente cómo trasladar los suministros al vehículo mientras llenaba su mochila con toda la comida y uno que otro medicamento que podia, pero en ese momento, un grito lejano resonó por los pasillos, seguido por más gruñidos. El sonido se dispersó rápidamente, haciendo que Daniel apretara los dientes, cerrando la mochila se preparo para salir. Sabía que tenía que moverse rápido.

Había cerrado todas las puertas por las que había pasado, creando un pequeño refugio en caso de que algo saliera mal. Sin embargo, nunca imaginó que habría más sobrevivientes cerca. Gran error.

Los gruñidos se multiplicaron rápidamente, y el eco de los gritos de los caminantes llenó el aire.

Se asomó con cautela al pasillo por donde había venido, notando que las puertas que había cerrado seguían intactas. Sin embargo, en una de ellas, los caminantes que no había visto al principio ahora se amontonaban, luchando por salir.

Con la mochila cargada de alimentos, medicina y agua, Daniel cerró la puerta del almacén, bloqueándola con una cadena y candado que encontró en el lugar. Guardó la llave en un bolsillo, asegurándose de que no se perdiera. Sin perder tiempo, comenzó a moverse entre los pasillos con paso firme, buscando la salida por donde había ingresado.

Pero no lo logró. Un cuerpo apareció repentinamente frente a él, lanzándose con velocidad.

—Mierda, hombre, tenemos que irnos —dijo el tipo delgado y sucio, mirando rápidamente hacia su compañero, que venía detrás, con una mirada de pánico. —Esas cosas vienen detrás.

Daniel no respondió. Ya había identificado la amenaza. El hombre más grande, calvo y armado, se acercó rápidamente con agresividad, analizando su vestimenta y la mochila.

—¿Quién es este? —preguntó el hombre, mientras sus ojos se fijaban en Daniel, evaluando cada uno de sus movimientos.

Sus ojos chocaron unos segundos, sin pensarlo, Daniel se lanzó al suelo, el dolor en su brazo lo golpeó, pero lo ignoró escuchando el primer disparo, rápidamente sacó su arma y el segundo disparo sonó, el primero perdió su objetivo cuando Daniel se movió con rapidez.

Pero el agujero en la frente del hombre dejó clara la precisión mortal de Daniel al encontrar su objetivo.

La adrenalina fluía, y con un impulso, se levantó rápidamente, lanzándose hacia el segundo hombre, que ya había desenvainado un cuchillo.

El cuerpo del agresor se movió con fuerza, pero Daniel analizó la situación en fracción de segundos. Sabía lo que debía hacer. En un rápido y calculado movimiento, desvió el cuchillo y, usando su propio filo, rebanó la garganta del hombre con una presión y precisión adecuada, cortando los vasos sanguíneos en un solo golpe.

El silencio se apoderó del pasillo. Daniel respiró con calma, guardo su arma, tomando su cuchillo y el arma del primer hombre.

No se detuvo, siguió moviéndose, atravesó el camino cerrando cualquier puerta que encontraba. Mientras más se movía más lejos se escuchaba el gruñido de los caminantes.

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